—¿Qué haces mujer? —Me miro en el espejo.
—¿Y desnuda, por qué? —Me gusta
verme.
—¿Y lo que ves? —Está… para quererme.
—¿No te quieren? —A veces. Yo me
dejo.
—¿A veces solo? —Sí, de ello me
quejo.
—¿Y que te habrán de hacer?
—Querer tenerme.
—¿Y como te tendrán? —Al
poseerme,
sin aguardar licencia ni cortejo.
—¿No te resistirás? —Tan solo un
poco.
—¿Hasta dónde? —Lo justo, la
apariencia
y él habrá de entender que le
provoco.
—¿Si no sabe leer tu resistencia?
—Le tendré por cuitado, blando,
soso,
corto, encogido, tímido y
medroso.
Jess.
Magnífica lección de autoestima, perder el miedo a mirarse al espejo, saber muy bien lo que una desea y quiere y de la forma que lo anhela y ansía y encima con un toque de humor! Quién da más?
ResponderEliminarGracias por las risas, corazón!
PD: la última estrofa es desternillante jijijijijiji.
Es muy sincera la dama;
ResponderEliminarpide que sus pretendientes
no anden con paños calientes,
cuando su atención reclama.
Si a ella la sangre le brama.
no quiere un amante soso
corto, cuitado y medroso.
El amante es más querido
si es osado y atrevido
y es espléndido y rumboso.