Estaba echado yo en la tierra, enfrente
del infinito campo de Castilla,
que el otoño envolvía en la amarilla
dulzura de su claro sol poniente.
dulzura de su claro sol poniente.
Lento, el arado, paralelamente
abría el haza oscura, y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente.
Pensé arrancarme el corazón, y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
al ancho surco del terruño tierno,
al ancho surco del terruño tierno,
a ver si con romperlo y con sembrarlo,
la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.
el árbol puro del amor eterno.
Juan Ramón Jiménez
*Enviado por Cyrano
Cuando leí por primera vez este poema, Cyrano, confieso que me quedé sin palabras. Lo leí de nuevo y tuve mi momento magdaleno/proustiano (el cual te ahorro porque aún es domingo y hay que respetar el descanso neuronal ajeno jijijijiji) y acabó todo ese proceso cuando llegué a este poema de Gloria Fuertes, que me parece que le viene al pelo para corresponder al de Juan Ramón. Muchos besos para tí y gracias por compartir, bonico.
ResponderEliminarUn paisaje que tenga de todo,
se dibuja de este modo:
Unas montañas,
un pino,
arriba el sol,niños-pintando
abajo un camino,
una vaca,
un campesino,
unas flores,
un molino,
la gallina y un conejo,
y cerca un lago como un espejo.
Ahora tú pon los colores;
la montaña de marrón,
el astro sol amarillo,
colorado el campesino,
el pino verde,
el lago azul
-porque es espejo del cielo como tú-,
la vaca de color vaca,
de color gris el conejo,
las flores…
como tú quieras las flores,
de tu caja de pinturas.
¡Usa todos los colores!