Tras mil largos caminos recorridos,
humildes, serviciales y callados,
por el tiempo y trabajo desgastados,
sin lustre ni presencia, carcomidos.
Están viejos y están también heridos,
a punto están de ser abandonados,
los servicios de ayer están pasados
y si llegan a hablar, lo harán dolidos.
Ocupan un rincón en el trastero
y a los que antes sirvieron, hoy ingratos,
les dejarán muy pronto en el trapero.
¡Que difusos me salen los retratos!
alguien puede pensar... mas no, no quiero,
quiero hablar solamente de… zapatos.
Mas estos alegatos
mi conciencia me dice que son vanos
porque yo quiero hablar de los ancianos
Jess (Madrigal)
Cuando yo sea un "viejo zapato" (evidentemente con tacón de aguja que ni de yayica voy a perder yo el glamú) me encantaría que me escribiesen un poema como el que tú le has dedicado a los ancianos, Madri, cariño.
ResponderEliminarUna cruda y dura realidad, pero como siempre nos la adornas con ternura exquisita para que no nos sepa tan amarga.
Quizás aquí cabría ese refrán que dice "es de bien nacido, ser agradecido", y así deberíamos corresponder siempre con quien nos dio el bien más preciado que tenemos: la vida.
Besitos a.. tus zapatos? //guiño