Duele sentir
el frío de las aceras frías
y duele la
opulencia de las grandes mansiones.
Duele el
derroche injusto de las ricas naciones
y duele el
llanto estéril en la mesas vacías.
Duele el
gasto asesino de las armas y orgías,
duele la
muerte sorda, callada, en mil rincones.
Duele que la
malaria tropiece en mil razones
de patentes
injustas de injustas Compañías.
Duele que el
hombre sea, un lobo para el hombre;
insensible y
mezquino, cruel e insolidario.
que al crimen
se le llame progreso, y en su nombre
se elimine a
inocentes sin ver la luz, a diario.
Cultura de la
muerte, por más que nos asombre,
se corta un río de vida, sin que llegue a su estuario.
-Jess-
Los niños hambrientos en los campos de refugiados mientras los fabricantes de armas hacen fiesta en los salones. Esta ha sido la reflexión del Santo Padre esta mañana en la homilía de la misa de Santa Marta. La homilía de Francisco ha sido un llamamiento para la paz y contra la guerra, en el mundo y en la familia.
ResponderEliminarEl Papa Francisco ha afirmado que "también habitualmente delante de un conflicto, nos encontramos en una situación curiosa: ir adelante para resolverlo, peleando. Con el lenguaje de guerra. ¡No viene primero el lenguaje de paz! ¿Y las consecuencias? Pensad en los niños hambrientos en los campos de refugiados... Pensad en esto solamente: ¡este es el fruto de la guerra! Y si queréis pensar en los grandes salones, en las fiestas que hacen aquellos que son dueños de las industrias de armas, que fabrican armas, las armas que terminan allí. El niño enfermo, hambriento, un campo de refugiados y las grandes fiestas, la buena vida que hacen aquellos que fabrican las armas".
ResponderEliminarGracias Carlotta y gracias Anónimo. Yo tambien me lo pregunto dónde están. Y mucho me temo que serían capaces de responderme que con sus métodos no habría lugar a esa miseria porque la cortaría de raíz en origen. Gracias por traer las palabras de Francisco en su condena sin paliativos a la guerra. Gracias tambien por ese recordatorio de los 300 muertos diarios en la culta, civilizada y progre España, en tanto el Gobierno se dispone a incumplir una vez más por atender a criterios demoscópicos. Nada conseguiré, pero prometo y me comprometo a alzar mi voz como Gabriel Celaya: "Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales, que lavándose las manos se desentienden y evaden; maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse".
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