Eras menuda….
de ojos claros y mirada profunda,
evocadora sonrisa de viveza llena,
reías y te estremecías entera
como si un repentino terremoto
agitara sin aviso todo tu cuerpo.
Desprendías vigor y fuerza
y fuiste masa acogedora sin fronteras
para todos los tuyos, que al calor de tu regazo,
en ti bebían bajo el amparo de tus manos
al abrigo de la creciente marea
de acontecimientos aciagos.
De ti, mujer refranera, aprendí lo importante:
¿ me guardas un secreto amigo…?
¡ mejor me lo guardas si no te lo digo!
a rio revuelto… ¡ ganancias de pescadores ¡
y que no se deba hablar solo por los caminos
pues las retamas tienen finos oídos.
Recogí entonces de manera inconsciente
el legado de tu candorosa herencia
y comprendo ahora, al pasar del tiempo,
que no solo herede tus ojos, la estatura y la fuerza
también es ahora mío el doctorado de tu vida
sabia generosa como la tierra que pisabas.
Te pienso y creo adivinar lo que dirían tus labios.
A los recuerdos de la niñez inocente me acojo
te escucho hablar entre susurros y canciones de brega
No te rindas nunca… me dices con tu voz queda
Y yo obediente los ojos cierro y me entrego feliz
A donde me marca el legado de tus besos.
Musiquilla
Te lo dije la primera vez que lo leí y te lo repito, cielo. Precioso y entrañable homenaje para las mujeres gracias a las cuales somos ahora lo que somos: porque parte de ellas sigue viviendo en nosotras.
ResponderEliminarEmotivo, muchísimo, da de lleno en el epicentro de los recuerdos más dulces y siempre añorados, tesoro.
Gracias por compartirlo y besitos para tí, nenica