Amigo blog:
Hace mucho tiempo veníamos a tomar el fresco a esta alameda, ella, la cámara y yo, hacíamos fotos. Observábamos las puestas de sol y disparaba la cámara para captar ese momento idílico. Ahora no queda nada de aquello, ni tú, ni tardes frescas. Los álamos siguen enfriando la brisa que se filtra por ellos en compañía del sol, que aprovecha cualquier recoveco para presentar su belleza en su retirada al descanso.
Ahora sólo quedo yo acompañado por otra cámara de fotos, que ya no queda ni la cámara de esos recuerdos, es distinta. Nosotros, la cámara y yo, seguimos dejándonos acariciar por la brisa húmeda de ese pantano y la cara de ese sol que nos envía su luz amarillenta en esos últimos minutos de su faena diaria y que termina aquí entre esas hojas de la alameda.
DonCamilo.
Aunque la alameda sea siempre la misma, volverás a ella otro día y el espectáculo será distinto. El sol decidirá qué matices le otorga, incluso la ausencia de él la teñirá con otros colores y te regalará otra visión; otra perspectiva. Los nubarrones que nunca faltan. Las seis son, para mí, una alegoría de la vida: luces y sombras. A veces sentiremos frío, las más, calidez.
ResponderEliminarPoesía visual a través de tus recuerdos que cogen de la mano a tu presente para regalarnos unas preciosas imágenes y unas vivencias que nada, ni nadie, podrá arrancar de tu memoria. Lo vivido es nuestro tributo y quizás el responsable de lo que somos ahora, en este preciso instante, en este momento. Has logrado meterme en la fotografías y sentir que soy yo la que paseo por tu alameda, hasta noto el calor de los rayos en mi cara. //guiño
Besitos y las gracias por compartirlo, cielo.